El Jesuita D'ors afirma que la meditación tiene un origen religioso,
y que sus raíces están en el budismo, en el hinduismo y en el
cristianismo.pero ve que puede servir para todos ateos y creyentes.
Coincido con el en este último punto.
Solo intento diferenciar su estilo meditativo y el trascendental, ya
que el,cree que la meditación es un rezo en silencio, y la MT es
estar alerta en perfecto descanso.
El piensa que tiene orígenes religiosos es decir de religare con
Dios, cuando la meditación tiene un fondo espiritual y no religioso.
La religión se diferencia del tema espiritual, en que los religiosos
se sienten fuera de Dios y la espiritualidad hace que nos sintamos
uno con Dios.
Son matices que hacen que cambien por completo nuestra forma de
vida, y que hace que pasemos de ser dependientes de religiones que se
basan en mitos y leyendas y obligan a sus fieles a ser muñecos
manejados por sus sacerdotes a ser independientes y libres.
El rezo, implica peticiones estúpidas e inútiles a Dios, pues Dios
no puede ser manipulado y todo lo que hace lo hace bien y por
supuesto mejor que lo que nosotros queremos y pedimos.
La Meditación trascendental implica como su palabra indica
trascender nuestra mente humana para llegar a percibir la Mente
Universal.
La forma de realizar la meditación que este sacerdote explica es
también muy parecida en su comienzo a las meditaciones budistas e
hindús, basadas en la respiración y el Mantra, pero falla en como
realizar el silencio mental y así no puede trascender la consciencia
humana y llegar a la Conciencia Universal, ya que el no intenta
dominar los pensamientos y pide la absoluta aceptación de lo que
somos, cuando la verdadera meditación trascendental, nos dice que
los pensamientos que nos vienen no debemos de aceptarlos ni
rechazarlos, solamente OBSERVARLOS, ya que el aceptar o rechazar
implica agarrarse al sueño divino que es la vida humana y no
despertar de el, y ser neutral en nuestra mente y en nuestra vida,
observando sin juicio ambas es lo que nos hace trascender del sueño
y despertar a la realidad de Dios.
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