cuanto que el sacramento de la confesión, le parecía perfecto, en
este escrito, lamenta que la Jerarquía católica no se esfuerce más
en enseñar la doctrina social de la Iglesia de Roma.
Considera que muchos católicos, creen que sobre realidades sociales,
politicas y muy especialmente económicas,no pueden hacerse juicios
de naturaleza teológica o moral, por pertenecer dichos ámbitos a una
esfera enteramente secular.
Por eso cuando hablan de economía aceptan categorías radicalmente
anticristianas , sin examinar los presupuestos antropológicos o más
precisamente teológicos, que convierten la economía moderna en un
nuevo Moloch, al que alegremente se sacrifican millones de vidas
humanas.Pero renunciar al análisis de estas realidades desde
presupuestos teológicos y morales es tanto como dimitir de la fe.
El Papa Pio XI en su encíclica Quadragesimo Anno , nos recordaba
que aunque el fin de la Iglesia es sobrenatural, no puede renunciar
a interponer su autoridad "no ciertamente en materias técnicas para
las cuales no cuenta con los medios adecuados, sino en todas que se
refieren a la moral", incluyendo la promoción de un orden social justo.
Para ello, condenan el socialismo el comunismo y también el
capitalismo, que ha echo del lucro el motor esencial del progreso
olvidando que la economía esta al servicio del hombre.
Por lo que abogan para que el salario alcance a cubrir el sustento
del obrero y el de su familia ajustándose a las cargas familiares
de modo que aumentando estas, aumenten también aquel, sin
especificar si esto es posible o no.
Quedando en entredicho la justicia social, que estos Papas no
defienden, al no atacar de frente, el capitalismo salvaje, que
pisotea los derechos humanos, sin que la Iglesia, indique una
solución justa al proletariado, quedando solo en la defensa de un
salario, que cubra las necesidades del trabajador, en vez de en un
reparto justo de la riqueza basado en informes trasparentes, que no
oculten el grado de productividad con el justo reparto entre
empresarios y trabajadores,y que tengan en cuenta, que si no puede
haber compradores, por dar poco valor al trabajo, abra pocos
compradores que consuman el producto producido.
Por lo que un equilibrio, entre empresarios y trabajadores, que
abogue por horarios cortos y flexibles, para conseguir una
producción mejor, que haga buena la máxima que la Naturaleza nos
enseña: Conseguir un máximo de producción, con un mínimo esfuerzo,
uniendo racionalmente, capital y trabajo.
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